Diario de cuatentena
Parte II: pandemic


21 de marzo

Al final del corredor del piso 4, un ventanal. El cielo de la mañana estaba limpio de nubes; el sol llenaba de calidez los pasillos. En la calle había pocas personas. En el sanatorio se decidió aislar el piso 5: hay casos de coronavirus. El personal médico y de enfermería evitó tocar el tema de manera directa, pero nos hicieron recomendaciones referidas a la circulación dentro y fuera del lugar así como a la higiene de manos y rostro.

"No hay que entrar en pánico, evitar el pánico y la paranoia" le dije a Gaby, mi hermana. "Respetemos a rajatabla los protocolos y busquemos la mejor información".

La información nos ayuda a vincularnos con lo real. Las imágenes puestas en circulación o las imágenes que hacemos y compartimos nos ayudan en la construcción de mundos y hay mundos construidos con imágenes de pánico, paranoicas, con escenarios extractivistas, consumistas y catastrofistas que abren a distintas versiones del apocalipsis; y hay mundos que narran amistades y otras formas de amar, que proponen y proyectan nuevos vínculos con otras especies y la Tierra, que proponen otras estructuras sociales u otro inconsciente planetario, imágenes que proponen la simpoiesis antes que la autopoiesis, imágenes que conectan y proponen seguir, seguir porque la vida, el fenómeno de la vida, continua...

Después del medio día, Reverendo, el cirujano, nos informó que la intervención no estaba cumpliendo las expectativas: la bolsa de ileostomía, conectada al intestino, no se llenó de acuerdo a lo esperado.

Por la tarde, mi mamá fue ingresada al quirófano nuevamente.

La calle estaba relativamente vacía. La ruta, despoblada. Viajé desde San Martín a Campana con mi hermana. Conversamos de nervios y amor y las palabras tejieron el manto que nos cobijó durante el viaje.

"Tu mamá duerme" papá, mensaje por wp a las 10 de la noche.

22 de marzo

Papá me envió una foto de la bolsa de ileostomía que está conectada al intestino de mamá. "Está funcionando, pero no como debería. Tenemos que esperar." "Hablaste con los médicos? En un rato salgo para allá."

Ya pasaron varios días desde la última vez que Coca y mi mamá se vieron. Coca, mi abuela, es la mamá de Gloria. Nadie de la familia quiere comunicarle en detalle lo que pasa. Busqué las palabras adecuadas e improvisé ritmos adecuándolos al de su mirada, su parpadeo, su respiración. Le dije "la intervención salió bien", que Gloria estaba con buen ánimo, que "la atención en el sanatorio es increíble; las enfermeras y enfermeros la cuidan muy bien. Esha está muy contenida." Don't worry Coca. Más tarde, sentí ganas de decirle "la recuperación va a ser larga y Gloria va a tener que cambiar hábitos."

Panamericana, altura Martínez, estaba congestionada: aproximadamente 500 metros de autos; adelante estaban los controles: prefectura y policía federal nos pidieron nuestros permisos de circulación, certificados del sanatorio y documentos de identidad. Seguimos. "Esto se va a poner más denso" dije "Hay mucho cabeza de termo. Esta bien" dijo Gaby. "Cabezas de termo son los milicos, también ¿Es necesario que salgan con esas armas?"

Gaby es mi hermana menor. Es tensa, responsable y sobrecargada; muy autoexigente. El tema de la conversación, con ella, a veces tiene que entrar como un pinchazo de esos que los personajes de las series aplican en el cuello de sus adversarios u otras veces muy lentamente, como desplegando el tema sobre un piano: un tema que vuelve, se despliega y vuelve, como en una sonata o como las Variaciones Goldberg. Paciencia y cariño "más vale una gota de miel que cien toneles de vinagre", Gaby "recordá eso... ayuda mucho en los vínculos".

Gaby me contó que las cosas con Facundo, nuestro brader, no estaban bien, que Facundo había derrapado y que le había dicho que le estaban escondiendo información. Apareció el gran tema de mi familia: comunicación llena de presupuestos, silencios, interpretaciones y pocas, muy pocas preguntas. "A este tema, la comunicación, sanarla, tenemos que arreglarlo nosotros" le dije a mi hermana. Nos comprometimos a hacerlo con mucha paciencia y hablando de todo, con las palabras que tengamos, pero siempre las mejores, las más amorosas "incomodar y hacer pensar no es lastimar", le dije.

Por la noche le escribí a Facundo "tengo que hablar con vos". Abrir la circulación de palabras al interior de la familia es liberar la circulación de afecto, tendría que haberlo sabido. Facundo se enroscó, había que ponerle pausa a su película y ahora, como un director de cine atento a los consejos de Hitchcock, dirigirle la mirada hacia algunas escenas. Pero eso no vastó y entonces fue necesario co guionar la segunda parte de la peli en la que él se volvería ayudante activo desde acciones mínimas pero significativas, pero antes había que eliminar el sentimiento de culpa "mamá no quiere que vayas, por el beibi ¿sabes? Quédate tranquilo, la abuela también entiende que no podes visitarla. Llámala, eso sí."

Mamá siguió estable. Corrí 12 kilómetros en cinta y eso me llenó de tanta alegría como transpiración.

23 de marzo

El gobierno, junto con Facebook, lanzó un chatbot que responde a dudas sobre el covid-19. Le envié la noticia a Jere y le escribí: "se vienen cambios: recesión económica, futuros empleos. Pensemos las oportunidades." "Se viene otro mundo", "Me encanta", respondí.

Hace unos años, Netflix subió la serie documental Pandemic a su plataforma. En los distintos episodios, a través de documentos y entrevistas a científicos y divulgadores, la serie construye una narrativa sobre el contagio y transmisión de los virus; sobre los sistemas sanitarios; la virología y epidemiología; la deforestación y el contacto inusual entre especies propiciado por los mercados y el avance del animal humano hacia hábitats de otras especies. Pandemic estructura un relato sobre los flujos, la circulación de enfermedades zoonóticas.

Le recomendé la serie a Gaby, Guille y Jere. Las imágenes, los relatos, sean estos científicos o artísticos nos ayudan a construir vínculos con lo real y Pandemic es un conjunto de imágenes que nos sustraen de las increíbles idioteces que circulan en el flujo mediático planetario.

Alberto Fernández y su equipo, porque Alberto piensa con, decide con; Alberto Fernández tomó la decisión de que el Estado argentino asumiera la opción sanitarista y preventiva. Sin duda la mejor de las opciones para un país con una economía devastada, con tanta diferencia no sólo simbólica sino material geográfica "¿Te imaginas, Jere, si éste siguiera como si nada? ¿Los colectivos, las horas pico? ¿Te imaginas los hospitales? ¿Te imaginas?" Entonces me llegó una imagen nefasta: imaginé la pandemia en tiempos macristas. "Alberto está haciendo lo mejor, es el mejor presidente que podemos tener" me dice Jere desde su reciente fernandismo. Y lo abracé, lo teleabracé.

¿Las escorts seguirán trabajando? ¿Qué harán estas pibas que viven del encuentro con los cuerpos? Abrí Instagram. Busqué a Elena. Vi su foto: morocha latina de espalda; posa semidesnuda; el pelo negro le llega hasta el culo y se mezcla con la tanga negra que tiene puesta y estira con su mano desde el lado izquierdo. Abajo de la foto: "Así de metidito tenes que estar en tu casa."


Continuará…