24 de Marzo
Desperté en Campana. Por la mañana, la casa de mi abuela siempre olió a paz. Miré a través de la ventana que conecta habitación con patio y vi la mañana verde lima y azul a través de las plantas que se erguían hacia el sol.
A las 8 de la mañana, mi cuerpo tibio entre las sábanas pedía cuerpo. Las ganas de coger me atravesaron como la luz del sol a las cortinas. Desee a Laly y hacer un capítulo más de mis fantasías inalcanzables, la mejor de mis peliculas porno en la que somos les mejores actores ¡Qué va! El mejor beso negro, lengua babosa que se pierde en los sabores y sudores de un un cuerpo fantasma. Invocaciones de mi mano tan tibia como el sol.
...
Nos atascamos en Martínez. Gendarmería estaba haciendo controles. "Paciencia, Gaby."
Gabriela me contó que a la salida de Zarate personal del ejército le tomó la temperatura y le pidieron la declaración jurada y el DNI "como no tengo el cambio de domicilio me hicieron quilombo, viste? Me preguntaron por qué estaba en Zárate y yo les dije que vivo acá. Decí que ando con los papeles del sanatorio, sino... Mañana voy a tener que buscar algún impuesto o algo."
Mamá pasó la noche bien y estaba con mejor cara. "Fíjate la bolsita, Matías" dijo mi papá. "No te preocupes. Anda a descansar". Mi papá le acarició la mano a Gloria y ese gesto de ternura mínimo me llenó de alivio y la imagen de padre, de mi padre, se volvió frágil y viva; esa mañana, después de ese gesto pequeño, mi papá también volvió a mi mano; ese gesto tocó mi alma y la distancia abierta por años de silencios se redujo a ese instante en que un hombre acaricia a una mujer, la mira a los ojos y busca palabras para decirle, finalmente, 'te quiero'.
Mamá no debe comer. "Vos tenes algo de masoquista ¿No te dan ganas?" Estaba viendo elgourmet.com Vimos juntos varios programas. Ella me contó que la pastelería de Mauricio Asta la vuelve loca. Yo le dije que a mi me encantan las ensaladas de Julieta Oriolo. Le pregunté "¿Quéres que te guíe en una visualización?" Me respondió que sí. Ella apagó el smart; yo busqué "sound nature" en Spotify. Me senté al lado de mi mamá y arranque "Cerrá los ojos y busca una posición cómoda. Escucha el sonido del pasillo..." A los minutos mamá se durmió.
Hace unos días Hebe pidió que no fueran a la Plaza el día 24 (hoy). En ese momento pensé "No puede ser. Esta vieja se puso demasiado oficialista. Entiendo, pero para tanto?!" Después, me acuerdo, le dije a Guille que "lo peor que podemos hacer es aislarnos" ¡Qué tonto! El sesgo ideológico me impidió ver algo desde un enfoque analítico. Para abordar este tema, la expansión del covid-19, la situación de pandemia, entendí que necesitamos estar atentos a nuestros propios sesgos.
Pañuelos blancos fueron puestos en balcones y ventanas de la ciudad de Buenos Aires. Para mi, este 24, apenas existió; lo encontré en la web, mientras mamá dormía.
A las 5 de la tarde mi papá llegó al sanatorio y yo acompàñé a mi hermana hasta Campana. "Voy a ver a la abuela. Quiero ver si necesita algo y hablar con esha un poco."
"Mamá está mejorando, Coca. Si todo va bien, el alta la va a tener en dos o tres días." Coca se puso contenta y yo acomode la caminadora frente al smart, busqué el recital de Beyonce y no paré hasta los 10 kilometros. Más tarde, con mi abuela hicimos una lista de productos que le hacían falta y comimos pizza. Me hice un té de manzanilla con limón. "Hasta mañana Coconga" :) "Hasta mañana matiloncho"
En la cama, leí un artículo de Byung Chul Hang que me gustó tanto que compartí con Jere, Marri y Bety. "Interesante para pensar el BigData, los Estados hibridos y la biopolitica" escribí. "A ver a ver" me contestó Jere y al rato agregó "años luz estamos".
YouPorn liberó sus contenidos premium durante la cuarentena. Me hice una cuenta y encontré un perfil que me sacudió el corazón y sentí que mi boca se llenó de baba: Cecilia Lion.
A las 8 de la mañana, mi cuerpo tibio entre las sábanas pedía cuerpo. Las ganas de coger me atravesaron como la luz del sol a las cortinas. Desee a Laly y hacer un capítulo más de mis fantasías inalcanzables, la mejor de mis peliculas porno en la que somos les mejores actores ¡Qué va! El mejor beso negro, lengua babosa que se pierde en los sabores y sudores de un un cuerpo fantasma. Invocaciones de mi mano tan tibia como el sol.
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Nos atascamos en Martínez. Gendarmería estaba haciendo controles. "Paciencia, Gaby."
Gabriela me contó que a la salida de Zarate personal del ejército le tomó la temperatura y le pidieron la declaración jurada y el DNI "como no tengo el cambio de domicilio me hicieron quilombo, viste? Me preguntaron por qué estaba en Zárate y yo les dije que vivo acá. Decí que ando con los papeles del sanatorio, sino... Mañana voy a tener que buscar algún impuesto o algo."
Mamá pasó la noche bien y estaba con mejor cara. "Fíjate la bolsita, Matías" dijo mi papá. "No te preocupes. Anda a descansar". Mi papá le acarició la mano a Gloria y ese gesto de ternura mínimo me llenó de alivio y la imagen de padre, de mi padre, se volvió frágil y viva; esa mañana, después de ese gesto pequeño, mi papá también volvió a mi mano; ese gesto tocó mi alma y la distancia abierta por años de silencios se redujo a ese instante en que un hombre acaricia a una mujer, la mira a los ojos y busca palabras para decirle, finalmente, 'te quiero'.
Mamá no debe comer. "Vos tenes algo de masoquista ¿No te dan ganas?" Estaba viendo elgourmet.com Vimos juntos varios programas. Ella me contó que la pastelería de Mauricio Asta la vuelve loca. Yo le dije que a mi me encantan las ensaladas de Julieta Oriolo. Le pregunté "¿Quéres que te guíe en una visualización?" Me respondió que sí. Ella apagó el smart; yo busqué "sound nature" en Spotify. Me senté al lado de mi mamá y arranque "Cerrá los ojos y busca una posición cómoda. Escucha el sonido del pasillo..." A los minutos mamá se durmió.
Hace unos días Hebe pidió que no fueran a la Plaza el día 24 (hoy). En ese momento pensé "No puede ser. Esta vieja se puso demasiado oficialista. Entiendo, pero para tanto?!" Después, me acuerdo, le dije a Guille que "lo peor que podemos hacer es aislarnos" ¡Qué tonto! El sesgo ideológico me impidió ver algo desde un enfoque analítico. Para abordar este tema, la expansión del covid-19, la situación de pandemia, entendí que necesitamos estar atentos a nuestros propios sesgos.
Pañuelos blancos fueron puestos en balcones y ventanas de la ciudad de Buenos Aires. Para mi, este 24, apenas existió; lo encontré en la web, mientras mamá dormía.
A las 5 de la tarde mi papá llegó al sanatorio y yo acompàñé a mi hermana hasta Campana. "Voy a ver a la abuela. Quiero ver si necesita algo y hablar con esha un poco."
"Mamá está mejorando, Coca. Si todo va bien, el alta la va a tener en dos o tres días." Coca se puso contenta y yo acomode la caminadora frente al smart, busqué el recital de Beyonce y no paré hasta los 10 kilometros. Más tarde, con mi abuela hicimos una lista de productos que le hacían falta y comimos pizza. Me hice un té de manzanilla con limón. "Hasta mañana Coconga" :) "Hasta mañana matiloncho"
En la cama, leí un artículo de Byung Chul Hang que me gustó tanto que compartí con Jere, Marri y Bety. "Interesante para pensar el BigData, los Estados hibridos y la biopolitica" escribí. "A ver a ver" me contestó Jere y al rato agregó "años luz estamos".
YouPorn liberó sus contenidos premium durante la cuarentena. Me hice una cuenta y encontré un perfil que me sacudió el corazón y sentí que mi boca se llenó de baba: Cecilia Lion.
25 de marzo
"Acá te dejo el kit pre quirúrgico. La tenes que ayudar, la tenes que limpiar con esto ¿Sabes?" Me dijo Emiliano, uno de los enfermeros que estaba en el tercer día de una guardia de 12 horas. "Espera, decime, por favor, qué es lo que tengo que hacer" "Con estos pañitos la tenes que limpiar y después le recoges el pelo y lo cubrís con esta gorra, esto es para los pies." Mamá estaba tranquila; esperaba su tercera cirugía.
Emiliano entró a la habitación, dejó unos apósitos "La cirugía es a las 3 ¿A qué hora me sugeris que esté lista? ¿Se puede adelantar o es más probable que se atrase?" "Que a las 2 este lista"
Mamá tenía los labios partidos, secos "¿Queres que te moje los labios?" Me respondió que no. "Bueno, es la una y media. Te voy a higienizar... Me vas a tener que ayudar, si? Yo nunca hice esto" Busqué unos apósitos para cubrirle los pechos "Te voy a cubrir con esto" "Son las tetas, Matías, no pasa nada" Le cubrí los pechos con gasas que insistian en caerse. "Quiero ser cuidadoso con tu intimidad, má" Primero le recogí el pelo largo y cano. Vi que en algunas zonas era abundante y en otras partes podía ver el cuero cabelludo; al tacto, el pelo de mi mamá era suave, liviano. Nunca había prestado atención a lo largo que era. Envolví el pelo de mamá debajo de un gorro quirúrgico azul y luego seguí limpiando su cuerpo con un paño esterilizado cuando comenzó a vomitar. Corrí al baño, encontré un recipiente plástico rojo y volví a la cama donde estaba mamá. El vómito verde que no paraba de salir de su boca olía a mezcla de ácidos. Me dieron arcadas, respire profundo, llame a enfermería y a los segundos Emiliano y otro enfermero más estaban en la habitación "Espera afuera, por favor". Mamá había vomitado más de medio litro de líquido verde.
Por la tarde, el cirujano nos informó que habían extraído 6 centímetros más del intestino de mi mamá. Nos aseguró, también, que esta vez "el intestino, conectado a la bolsa de ileostomía, va a trabajar."
"Te duele? Sentis molestias?" "Siento que tengo un agujero del tamaño de mi panza" Sentí ganas de llorar. La miré a los ojos y le dije "es una sensación, vos sabes que es pequeño" Le acaricié la frente, le acaricie la cara y le mire los ojos que miraban el techo y veían quién sabe qué. Parado al lado de la cama, advertí que su mirada era, aún, la misma mirada que yo había encontrado en las fotos que guardaban el recuerdo de la Gloria niña que jugaba con sus hermanes. "Papá está viniendo. El se va a quedar con vos esta noche."
"Pá, manteneme al tanto" Mamá estaba en la cama, le agarré la mano, acaricie su cara y me contuve las ganas de darle un beso en su cachete gordo, pero adelgazado "No te doy un beso por el coronavirus" Sonrió. Me di la vuelta y salí de la habitación.
Emiliano entró a la habitación, dejó unos apósitos "La cirugía es a las 3 ¿A qué hora me sugeris que esté lista? ¿Se puede adelantar o es más probable que se atrase?" "Que a las 2 este lista"
Mamá tenía los labios partidos, secos "¿Queres que te moje los labios?" Me respondió que no. "Bueno, es la una y media. Te voy a higienizar... Me vas a tener que ayudar, si? Yo nunca hice esto" Busqué unos apósitos para cubrirle los pechos "Te voy a cubrir con esto" "Son las tetas, Matías, no pasa nada" Le cubrí los pechos con gasas que insistian en caerse. "Quiero ser cuidadoso con tu intimidad, má" Primero le recogí el pelo largo y cano. Vi que en algunas zonas era abundante y en otras partes podía ver el cuero cabelludo; al tacto, el pelo de mi mamá era suave, liviano. Nunca había prestado atención a lo largo que era. Envolví el pelo de mamá debajo de un gorro quirúrgico azul y luego seguí limpiando su cuerpo con un paño esterilizado cuando comenzó a vomitar. Corrí al baño, encontré un recipiente plástico rojo y volví a la cama donde estaba mamá. El vómito verde que no paraba de salir de su boca olía a mezcla de ácidos. Me dieron arcadas, respire profundo, llame a enfermería y a los segundos Emiliano y otro enfermero más estaban en la habitación "Espera afuera, por favor". Mamá había vomitado más de medio litro de líquido verde.
Por la tarde, el cirujano nos informó que habían extraído 6 centímetros más del intestino de mi mamá. Nos aseguró, también, que esta vez "el intestino, conectado a la bolsa de ileostomía, va a trabajar."
"Te duele? Sentis molestias?" "Siento que tengo un agujero del tamaño de mi panza" Sentí ganas de llorar. La miré a los ojos y le dije "es una sensación, vos sabes que es pequeño" Le acaricié la frente, le acaricie la cara y le mire los ojos que miraban el techo y veían quién sabe qué. Parado al lado de la cama, advertí que su mirada era, aún, la misma mirada que yo había encontrado en las fotos que guardaban el recuerdo de la Gloria niña que jugaba con sus hermanes. "Papá está viniendo. El se va a quedar con vos esta noche."
"Pá, manteneme al tanto" Mamá estaba en la cama, le agarré la mano, acaricie su cara y me contuve las ganas de darle un beso en su cachete gordo, pero adelgazado "No te doy un beso por el coronavirus" Sonrió. Me di la vuelta y salí de la habitación.
26 de marzo
Después de varios días, volví a Velazco. Traté de girar la llave en la cerradura de la puerta de calle y no pude "Te trabó la puerta" dijo Gaby desde el Jeep. Probé otra llave, de otra cerradura, y funcionó. Conociendo a Maru, salí prevenido. Dos días, una cerradura; dos días, otra y así; Maru alterna entre dos cerraduras conocidas. Compartir un pasillo de entrada con una esquizofrenica paranoica, con los meses pasó de ser un ejercicio de empatia a romperme lisa y llanamente las pelotas "¡¿Cómo hiciste para entrar?!" Como de costubre, Maru estaba ahi, en el pasillo; la esquivé y entré a mi departamento. Toqué las plantas, junté mi cara a las hojas de lavada y regué mi jardín; luego abrí las puertas vidriadas que dan a mi estudio "Gaby, andate" "..." "esta hija de puta me rompio una pared" "..." "Llamalo a Ricardo. Pedile que vasha al sanatorio. Sho no puedo. Voy a shamar a la cana" "Te espero" "No Gaby, esto viene para largo"" "Te espero en la puerta" Llamé al 911 y, como ya lo había hecho varias veces, pedí una ambulancia del SAME diciendo "mi vecina tiene un brote psicótico, se escapó hace unos dias. Es peligrosa, esta muy violenta" "¿En este momento esta teniendo un brote?" "Si. Tiene un machete en la mano y me rompió una pared que da a mi casa, hizo un agujero y puede entrar ¿Entiende?" "Le mando policias". Corté y llamé a Gaby que tenia el Jeep estacionado justo frente a la puerta de calle: "corré el auto, viene un patrushero. Que estacione ahi", telegrafico.
Un patrullero estacionó en la puerta de casa. Dos policías armados y la inspectora Maricel me interrogaron y contuvieron la situación. "Dale Gaby, andate. A la noche hablamos".
"Gordo, contame qué paso?" La inspectora me miró con sus ojos marrones oscuros y agitó sus pestañas; miré con atención su maquillaje y me dieron ganas de descubrir las partes escondidas de su rostro bajo el barbijo. "Por favor inspectora, pase, le muestro lo que pasó" Le mostré el agujero hecho por la loca; le mostré la reja de mi techo, rota... "Ayer estaba colgada de tu reja con un machete" dice el vecino de arriba.
La inspectora era una morocha hermosa; ella inspeccionó el lugar; yo inspeccioné su cuerpo y mi monólogo interior empezó a escribir su novela con imágenes y palabras yuxtapuestas: "nos tomamos un vino? Te invito a cenar" "Dale, gordo, nos vemos mañana" o imágenes en fundido encadenado que se mezclaban como una tormenta en las que acaricié ese culo redondo, le saqué la ropa de cana y me la cogí agarrandola de atrás, como un perro en celo, como un zorro caliente "Decime tu DNI ¿A qué te dedicas?" "Venite a cenar y te cuento", pensé "Uff Qué buena que estas!", pensé y ahí, de repente, se sacó el barbijo y vi su cara morena y sonreí como un estúpido.
"La próxima vez, gordo, cuando te preguntemos a vos si la viste haciendo esto, tenes que decir que si." Guiño "Que vos la viste o alguno de ustedes" Mis vecinos estaban en la vereda "Eso se llama 'flagrancia', acordate de 'fragancia', gordo." Desde ese momento, el nombre de la inspectora no se me borró jamás, tampoco el número de la comisaria en la que trabaja, y tampoco que, por suerte, elevó el acta a fiscalía y acompañó todo con fotos.
Mientras la inspectora labraba un acta; Maru entró a su casa y volvió a la vereda con un barbijo azul y una silla plegable que acomodó frente a la puerta de calle. Ahí, Maru esperó sentada hasta que el patrullero se retiró.
Yo decidí poner fin al asunto: después de cubrir el hueco y que la tensión de mis músculos y mi psiquis disminuyó, una sensacion de precariedad me atravesó y vi mi existencia como la de un pueblo pobre donde el hoy apenas sobrevive a mañana: re atado con alambres. Recorrí mi casa con la mirada y salí al jardín; al otro lado de la puerta, en el pasillo, el delirio se deplegaba infatigable. Entré a mi depto con la conviccion de que debia dejar ese pueblo. A media noche, un tercio del depto estaba dentro de cajas.
Un patrullero estacionó en la puerta de casa. Dos policías armados y la inspectora Maricel me interrogaron y contuvieron la situación. "Dale Gaby, andate. A la noche hablamos".
"Gordo, contame qué paso?" La inspectora me miró con sus ojos marrones oscuros y agitó sus pestañas; miré con atención su maquillaje y me dieron ganas de descubrir las partes escondidas de su rostro bajo el barbijo. "Por favor inspectora, pase, le muestro lo que pasó" Le mostré el agujero hecho por la loca; le mostré la reja de mi techo, rota... "Ayer estaba colgada de tu reja con un machete" dice el vecino de arriba.
La inspectora era una morocha hermosa; ella inspeccionó el lugar; yo inspeccioné su cuerpo y mi monólogo interior empezó a escribir su novela con imágenes y palabras yuxtapuestas: "nos tomamos un vino? Te invito a cenar" "Dale, gordo, nos vemos mañana" o imágenes en fundido encadenado que se mezclaban como una tormenta en las que acaricié ese culo redondo, le saqué la ropa de cana y me la cogí agarrandola de atrás, como un perro en celo, como un zorro caliente "Decime tu DNI ¿A qué te dedicas?" "Venite a cenar y te cuento", pensé "Uff Qué buena que estas!", pensé y ahí, de repente, se sacó el barbijo y vi su cara morena y sonreí como un estúpido.
"La próxima vez, gordo, cuando te preguntemos a vos si la viste haciendo esto, tenes que decir que si." Guiño "Que vos la viste o alguno de ustedes" Mis vecinos estaban en la vereda "Eso se llama 'flagrancia', acordate de 'fragancia', gordo." Desde ese momento, el nombre de la inspectora no se me borró jamás, tampoco el número de la comisaria en la que trabaja, y tampoco que, por suerte, elevó el acta a fiscalía y acompañó todo con fotos.
Mientras la inspectora labraba un acta; Maru entró a su casa y volvió a la vereda con un barbijo azul y una silla plegable que acomodó frente a la puerta de calle. Ahí, Maru esperó sentada hasta que el patrullero se retiró.
Yo decidí poner fin al asunto: después de cubrir el hueco y que la tensión de mis músculos y mi psiquis disminuyó, una sensacion de precariedad me atravesó y vi mi existencia como la de un pueblo pobre donde el hoy apenas sobrevive a mañana: re atado con alambres. Recorrí mi casa con la mirada y salí al jardín; al otro lado de la puerta, en el pasillo, el delirio se deplegaba infatigable. Entré a mi depto con la conviccion de que debia dejar ese pueblo. A media noche, un tercio del depto estaba dentro de cajas.
Continuará…