Diario de cuatentena
Parte IV: Seguir con el problema


27 de Marzo

Mañana soleada. Mi mente comenzó a rumiar; la detuve en seco. Me saqué los tapones de silicona, caminé al baño e hice mi ducha alternada frio, calor, frio, calor. Traté de sentir cada uno de mis músculos en contracción, distensión; traté de sentir mi piel abriendo sus poros y respirar. Inventé una atmósfera sonora compuesta por el extractor de vapor, la ducha y mi respiración; caliente, frío, caliente.

Afuera, la loca, mi vecina, Maru "¿Sabes cómo me dicen en el barrio? 'Maru' por Maru Botana. Te preparé un desashuno: huevitos poshe con verduritas al vapor a las finas hierbas y esto ¡Pato a la naranja! No vashas a creer que como cualquier cosa!" Me invadió la imagen del día de la internación como la música que llegaba desde el pasillo "¿Podes bajar el volumen, por favor?" "¿Esta muy altooooo? sha lo bajo." Y entonces, se dio vuelta "Mirá negro, voy a tapar el agujero, hasta que vengan los albañiles, con esto, ves ¡Chúpate esa mandarina!" Y Maru colocó sobre el hueco un almohadón circular de goma que tenía impresa una mandarina partida al medio. Me di vuelta, entré a casa, y seguí embalando. "Hoy tengo que terminar".

Miré la casa, recorrí todas las superficies, desperté a todos los fantasmas: ella, ellas, el y ellos... Una sonrisa roja y una planta sobrevivían a mis intentos de pensar en otra cosa. Comencé a embalar por ese lado: los objetos que me inducían un devenir médium, primero. Sin descanso, seguí hasta la noche. Tenía un único objetivo: embalar.

Por la noche, la casa estaba guardada en cajas. Esta vez lo había hecho en tiempo récord y con material deluxe: vajilla y frágiles en papel obra "¿Cuánto costará el rollo ahora? Mejor no pensar en esto."

Este 27, para no perder la costumbre, tampoco faltaron las escenas policiales: dos veces, de la 15c. "Llámanos todas las veces que quieras. Le vamos a hacer una carpeta así - el cana hace un gesto abierto con sus manos y brazos- hasta que la llamen de fiscalía. Evítala, vos evítala. Se ve que la señora no tiene los patitos en fila."

28 de marzo

La ileostomía comenzó a dar señales de buen funcionamiento: la bolsa plástica se llenó varias veces "¿Me dejas ver?" La bolsa plástica transparente estaba hinchada. No me dio asco "¿Sabes cómo se cambia? ¿Ya te la podes cambiar vos?" "No. Tengo que llamarlos a ellos" "¿Y te duele?" "Me duele cuando me hacen la curación. Hoy vi las estreshitas" "Quien te vio hoy?" "El médico de boca chiquita, el que estaba el otro día" ¡¿Qué cazzo miraba mi vieja?! "Después del almuerzo te voy a lavar la cabeza, acá hay duchador."

Al mediodía, una enfermera blonde hizo su entrada en la escena "¿Como estás? ¿Alguna molestia? Te vengo a cambiar el suero." Un metro sesenta, uñas atentamente cuidadas recubiertas con esmalte transparente y una línea blanca perfecta en cada una de las partes sobresalientes de los dedos; el pelo perfumado le llegaba a la cintura. "Si necesitas algo me shamas." So cute, so sweet ¿Cómo será el momento en que esta gente encuentra su vocación? Puse la mirada sobre los gestos y posturas de los cuidados: tono de voz calmo, una sonrisa en los labios; la mirada de frente, a los ojos del paciente; pecho abierto y respiración tranquila, lenta. Aún en los momentos de mayor urgencia, les enfermeres habian respondido con gestos precisos sin perder la ternura y empatía. "Qué maravilla esta gente! No te podes quejar."

Después de comer, mamá durmió. Yo me acomode en el sillón junto a la ventana y leí unas hojas de Seguir con el problema, de Donna Haraway. Haraway se vale del marco teórico del feminismo para desplegar preguntas al interior de las imágenes que la ciencia propuso y propone, imágenes que proponen y construyen relaciones. Haraway no explicita un feminismo, sino que utiliza un andamiaje conceptual para cuestionar una episteme, una forma de producir conocimiento, una forma de leer y una forma de hacer mundo. En Seguir con el Problema, Haraway cuestiona las profecías apocalípticas de fin del mundo, ya sean narraciones científicas o literarias, para señalar: 1) que desde el excepcionalismo humano, parecería que el fin del mundo tiene más que ver con el fin de lo humano (entendido como episteme humanista) y la especie humana; 2) que "Antropoceno" es una categoría útil, pero habría que pensar en "Capitaloceno", pues hay todo un sistema de relaciones sociales que conduce a los desequilibrios climáticos y aniquilación de especies; 3) que habría que comenzar a producir narrativas que den cuenta de la multiplicidad de agentes activos, imagenes que nos ayuden a trasformar nuestro imaginario y asi entablar relaciones de solidaridad interespecies, que nos permitan vivir un "hacerse-con"; Haraway propone hablar de "Chtuluceno" porque quiere dar paso, en su relato, a las fuerzas transformadoras de lo viviente; asi, lejos de ser el fin, estamos ante un nuevo problema, el problema de lo viviente. De esto va su "seguir con el problema", pues no hay fin, sino una reformulacion que nos invita a reimaginarlo todo (speculative fiction, speculative feminism, SF).

"Te lavo la cabeza ¿Queres?" "Tenes que pedirle crema de enjuague a las chicas de limpieza" Salí y volví con un frasquito. Prepare el baño: arrimé el sillón de la habitación al lavamanos y le coloqué una toalla sobre el respaldo "Ya está listo. Podes venir" Mamá se levantó de la cama "Decime si el agua está muy caliente" "A mi me gusta más bien fría" "¡¿Fría?! Fría no, tibia" "Ahí está bien"

Una rafaga en mi memoria: la peluquería chiquita de Estambul, azul y cobre detrás del vidrio. “Salam” “Jai, do iu spiking inglish?” El turco vestido de guardapolvo blanco no entendía una palabra de inglés; yo quería un corte de pelo y no estaba por renunciar al coraje que me había impulsado a entrar. Asi fue que entre señas y fotos elaboramos algo parecido a un código y nos entendimos, o casi: luego de largos momentos de tijeras, él hacía una pausa y miraba la foto y seguia sin que yo hiciera objeción. Cuanto ya estaba listo a terinar, el turco me jabonó la cabeza con un líquido azul que olía a todas las especias, historias y las más perspicaces habladurías alrededor del Bósforo; respiré hondo y el kuaför me empujó desde la zona baja del cuello, como una mariposa empuja a una hoja, con la fuerza justa, hacia la bacha de bronce que estaba frente a mi; me masajeó el cuero cabelludo, me lavó varias veces y me seco. Luego me perfumó. Finalmente sonrió detrás mío, nos vimos juntos en el espejo y le devolví una sonrisa junto a mi pulgar levantado. Pasaria mi vida toda en esa ciudad de mil lenguas.

"No me saques toda la crema de enjuague" Este era el primer lavado de pelo de mamá después de dos semanas "Que rico aroma tiene la crema" "Si. Tenia mucho olor a transpiración en el pelo" dijo ella. "Espera, te quiero envolver el pelo, así, como un turbante." Mamá estaba sentada en el baño, en ese sillón, cuando vi que sus brazos habían adelgazado "Ayúdame" "¿No podes sola? Es poquito, son dos pasos" "Todavía no tengo fuerza en las piernas" "El otro día me pusiste a prueba, sabes?" "Yo pensé que ibas a vomitar vos también", dijo mamá y quiso reír a carcajadas pero una punzada en el abdomen la detuvo. "Yo me quedé pensando, sabes? " Y le conté que hacía unos días había leído Fatal, un libro en el que Carolina Unrrein narra en tono de crónica su cambio de sexo. "En un momento, ella habla de los cuidados y dice que se dio cuenta de que su papá no podía hacer gestos de cuidado, entonces ella, en la cama le pide específicamente a él que la limpie y su papá, con gestos torpes, empezó a limpiarla."

Por la tarde, mi hermana me alcanzó a Velazco. De San Martín a Villa Crespo hablamos sobre el lenguaje esquivo de los cuerpos, en los gestos invisibles del amor, en los gestos que no se nos transmitieron o a los que fuimos ciegos. "Si no se nos transmitió, entonces hay poner toda la intención y voluntad en inventarla, en inventar esa lengua, aunque nos salga mal, aunque nos equivoquemos. Ya es hora..."

29 de marzo

El sol del otoño entibia la mañana. Está en todas partes como el coronavirus. Por estos días un virus recorre el planeta, se trata del covid-19; el otoño y su sol, en verdad, solo están de este lado del hemisferio; el virus en todas partes. Lo preocupante son las diferencias materiales y cognitivas, las diferentes respuestas que van, en los peores de los casos, desde el desconocimiento, distintos grados de paranoia y xenofobia a, en los mejores casos, información de calidad que apunta a la prevención, respuestas sanitaristas por parte de los Estados y velocidad en la contención económica.

¡Qué fastidio Zizek! ¿Quienes son les lectores de este verborrágico estupidizante? El tipo, además de seguir pensando que llega el fin del capitalismo, escribió un libro en tiempo récord para hacer circular y vender en ese mercado estructurado bajo reglas capitalistas que tanta caspa le produce. A ver, Zizek, un poco más de sociología, por favor! Una lectura de Loïc Wacquant en estos tiempos, de este lado del mundo, en tiempos post-macristas (el eterno retorno de lo reprimido del inconsciente argentino) viene bien. Wacquant piensa, para resumirlo muy escasa y sencillamente, que la intervención estatal en las economías neoliberales debe estar al servicio de sanar las diferencias y brechas estructurales entre los que más y menos tienen. No, no es peronista. Está pensando, frente a quienes sostienen que es mejor dejar de pensar el Estado y sus herramientas, que el Estado tuvo y tiene una función estructural (palabra clave: estructura). En Argentina, el Estado al optar por una solución preventiva y sanitarista puso a funcionar a las fuerzas armadas en esa dirección (desde hacer controles en las calles a montar un hospital en Campo de Mayo); creó, también, un fondo de emergencia para trabajadores precarizados. Función estructural: el Estado puede ser un agente activo en la economía y desplegar herramientas para contener situaciones de extrema vulnerabilidad social.

Jere me mandó un video por wp "pasa que Latinoamérica también es esto" Claro, amigo, "tenemos que leer el presente, pensar en China, pensar en nuestro futuro profesional, en lo que se está abriendo sin desconocer esto", le respondí por audio y le hice un comentario sobre las diferencias cognitivas "mientras en China ahora el problema es cómo desarrollar una visual recognition que permita identificar a los ciudadanos chinos acá hay que resolver cómo evitar que parte de la población haga colas en los bancos".

Mamá esta bien. Me puse contento. A la tarde hicimos una visualización orientada a fortalecer sus defensas. Después durmió una horas.

Leí algunos artículos periodísticos y comencé a leer el Diario de la psicodeflación de Bifo, publicado en Lobo Suelto. Bifo Berardi es uno de los pensadores que más oxigenan el presente. Su pensamiento está marcado por Deleuze y Guattari. Eso es comparable a los primeros brotes de primavera; a respirar el aire fuera de las ciudades; a acariciar la piel de la persona que amamos. Deleuze y Guattari proponen, de alguna manera, una erótica del pensamiento y quien esté tocado por esa erótica, de algún modo, se torna erotómano del pensamiento. Esto significa, para expresarlo mejor: que no hay pensamiento sin experiencia de la piel y que ese pensamiento construido por el cuerpo interroga, cómo bien lo supo Deleuze leyendo a Spinoza y a Nietzsche, al alma preguntándole acerca de los afectos ¿Estas triste? ¿Qué poderes, materiales, corpóreos, te atrapan? ¡Muévete, muévete, entonces! Porque si estas triste, estas atrapado... Se trata, entonces, de darnos cuenta de que solo una erótica nos puede ayudar a alcanzar momentos de felicidad y de entender que si hay erótica hay un con y ese con puede ser interespecies.

Mamá estaba mucho mejor. El color rojizo le volvió a la cara "¿Queres ver una peli? Tengo acá 'El sueño de Alexandía' Tiene una fotografía increíble, el color..." Vimos la peli juntos hasta que llegó mi papá.

En el sanatorio extremaron medidas para reducir la entrada y salida de personas. Los casos de coronavirus en el quinto piso aumentaron: 12 pacientes infectados.

Al otro lado del piso 4, las habitaciones estaban repletas de juguetes. Habían estado ahí desde el primer día, con nenes que entraron, los desacomodaron, jugaron y salieron y otros llegaron.

Llamé al ascensor con el codo y marqué "0" con el codo, también.

"Mamá está mucho mejor, Gaby"

Por la noche, llamé a mi abuela y le comenté que "si la recuperación continua así, le van a dar el alta muy pronto".


Continuará…