03 de abril
9 de la mañana: mi hermana había estacionado el jeep frente a la puerta de calle, frente al santuario de Maru. Salí al pasillo e hice lugar entre las cosas para pasar. Maru salió de su casa; le ví el rimel corrido que se desparramaba, siguiendo el rastro de una lágrima, desde su ojo derecho hasta el borde de su labio superior ¡Bah! Lágrimas de cocainomana ¡Puaj!
Mi hermana quiso pasar al baño ¡Fuck! Yo quería salir de ahí ya “¿Esa es la loca?” “No parece ¿Verdad? Si” Mientras mi hermana estaba en el baño, cargué algunas cosas en el Jeep y escribí “Alsina ####” en el GPS. Las veredas de Villa Crespo estaban vacías de gente; por Corrientes, poquísimos autos. Al entrar en Congreso vi gente paseando perros; filas de personas tomando distancias poco precisas; otras, las menos, con barbijos celestes, verdes o blancos. En la esquina de Alsina y Sarandí, una fila de personas que esperaba daba vuelta a la esquina.
“Nos vemos mañana. Dale saludos a mamá. Decile que mañana voy a visitarla”. Gaby siguió para el sanatorio.
Las plantas de Alsina estaban agonizando. Las regué y abrí las ventanas y el sol de la mañana calentó nuestras pieles.
¿Qué pasó durante todo este tiempo? ¿Qué nos pasó? ¿Qué me pasó? Sentí alivio y recordé las palabras de Marcela “¿Qué vi? Que pocas personas de tu edad se acompañan de tantas personas que las quieren. Eso es tuyo, eso lo hiciste vos, Matías.”
Marcela es una artista y gestora; coordina el Espacio Reset. Pelo colorado, largo hasta llegar a la parte de atrás de las rodillas. Muy habladora, cordial. Nadie, jamás, creería verdaderamente su edad.
Desde hace tiempo, pienso que mi obra consiste en eso, en la elaboración y contagio de gestos; que la objetualidad elaborada, que las escenas lumínicas o las performances con comida o de temáticas eróticas no son más que una máscara puesta sobre lo que realmente está en juego: los gestos.
¿Cómo fortalecer el carácter para hacer la transición? Personal, individual, pero también estructural.
Jere me habló de que espera una reactivación económica. Le respondí: “tenemos que habitar el impase: hay que prepararse para la caída; fortalecerse para hacer una transición”. Personal, si es posible grupal (atender a la ilusión individualista, estar atento a lo estructural); y arriesgué “aparecerá, tal vez, algo más ligado al deseo, a la búsqueda personal... A la vocación.” Y la imagen que me llegó fue la de los y las enfermeras que conocí en el sanatorio: los gestos de cuidado que hacían contacto con cuerpos en desequilibrio, cuerpos enfermos; con heridas supurantes o pieles lastimadas; con restos sucios y repulsivos; cuerpos, el de los y las enfermeras, que hacían contacto con otros cuerpos para llevarles una promesa de recuperación ¿Acaso no había en esa elección vocacional algo profundamente ligado al deseo?
“Lo que te quiero decir, Jere, es que tenemos que estar preparados espiritualmente, psíquicamente para la transformación, para el momento de recesión económica.” Y luego, con ese tono algo profesoral que me resulta inevitable, enumeré: “comprender la estructura social (prepararse cognitivamente) y prepararse social, psíquica y espiritualmente…”
“Revisar el saber hacer del cuerpo, Jere, revisar todo lo que sabemos pero que no tiene que ver con nuestras profesiones o nuestras carreras. Se vienen tiempos difíciles. Lo importante, creo, es no tentarse y caer en la ilusión voluntarista: hay estructuras y los movimientos suceden ahí.”
Jere tiene treinta y tantos, como yo. Lo conocí en la facu. Es uno de mis amigos con los que pienso, que me ayuda a pensar porque vemos desde ángulos distintos. Rubio, ojos claros; simpático, lindo y con el toque justo de malicia picara. Suele caer muy bien a la pibitas. Antes de la cuarentena, cuando parte de la vida porteña pasaba en bares, pubs, boliches o lugarcitos chetos en palermo, comíamos pizza en la esquina de Honduras y Uriarte y hablábamos de libros, series, economía y beibis; él hablaba de su novia de piscis y me decía “tenés que enamorarte, Mati, enamorate” y le respondía “con Laly estoy bien” y después le decía “sí, tenes razón”.
Comencé a ver ZeroZeroZero; desteje la red del tráfico de cocaína mediante el relato del viaje que hace un buque carguero que traslada un container con kilos encubiertos de merca. En 8 episodios, ZeroZeroZero muestra escenas de ficción en las que: la mafia italiana; socios comerciales en EE.UU y México, donde también hay apoyo de grupos militares y armados; y personal de la administración pública (aduana) en los que el buque es detenido colaboran en el negocio. Sin duda, la ficción contemporánea, la narración me ayuda a entender mucho mejor que los aburridos policiales de la prensa gráfica ¡Hay que reinventar los formatos!
A las 10 de la noche, llamé a mamá “Mañana te voy a visitar. Hacemos una meditación y nos movemos un poco ¿Querés?”
...
Apunté en mi moleskine gris: ”Saber amar en tiempos difíciles. Saber amarse y amar.”
Mi hermana quiso pasar al baño ¡Fuck! Yo quería salir de ahí ya “¿Esa es la loca?” “No parece ¿Verdad? Si” Mientras mi hermana estaba en el baño, cargué algunas cosas en el Jeep y escribí “Alsina ####” en el GPS. Las veredas de Villa Crespo estaban vacías de gente; por Corrientes, poquísimos autos. Al entrar en Congreso vi gente paseando perros; filas de personas tomando distancias poco precisas; otras, las menos, con barbijos celestes, verdes o blancos. En la esquina de Alsina y Sarandí, una fila de personas que esperaba daba vuelta a la esquina.
“Nos vemos mañana. Dale saludos a mamá. Decile que mañana voy a visitarla”. Gaby siguió para el sanatorio.
Las plantas de Alsina estaban agonizando. Las regué y abrí las ventanas y el sol de la mañana calentó nuestras pieles.
¿Qué pasó durante todo este tiempo? ¿Qué nos pasó? ¿Qué me pasó? Sentí alivio y recordé las palabras de Marcela “¿Qué vi? Que pocas personas de tu edad se acompañan de tantas personas que las quieren. Eso es tuyo, eso lo hiciste vos, Matías.”
Marcela es una artista y gestora; coordina el Espacio Reset. Pelo colorado, largo hasta llegar a la parte de atrás de las rodillas. Muy habladora, cordial. Nadie, jamás, creería verdaderamente su edad.
Desde hace tiempo, pienso que mi obra consiste en eso, en la elaboración y contagio de gestos; que la objetualidad elaborada, que las escenas lumínicas o las performances con comida o de temáticas eróticas no son más que una máscara puesta sobre lo que realmente está en juego: los gestos.
¿Cómo fortalecer el carácter para hacer la transición? Personal, individual, pero también estructural.
Jere me habló de que espera una reactivación económica. Le respondí: “tenemos que habitar el impase: hay que prepararse para la caída; fortalecerse para hacer una transición”. Personal, si es posible grupal (atender a la ilusión individualista, estar atento a lo estructural); y arriesgué “aparecerá, tal vez, algo más ligado al deseo, a la búsqueda personal... A la vocación.” Y la imagen que me llegó fue la de los y las enfermeras que conocí en el sanatorio: los gestos de cuidado que hacían contacto con cuerpos en desequilibrio, cuerpos enfermos; con heridas supurantes o pieles lastimadas; con restos sucios y repulsivos; cuerpos, el de los y las enfermeras, que hacían contacto con otros cuerpos para llevarles una promesa de recuperación ¿Acaso no había en esa elección vocacional algo profundamente ligado al deseo?
“Lo que te quiero decir, Jere, es que tenemos que estar preparados espiritualmente, psíquicamente para la transformación, para el momento de recesión económica.” Y luego, con ese tono algo profesoral que me resulta inevitable, enumeré: “comprender la estructura social (prepararse cognitivamente) y prepararse social, psíquica y espiritualmente…”
“Revisar el saber hacer del cuerpo, Jere, revisar todo lo que sabemos pero que no tiene que ver con nuestras profesiones o nuestras carreras. Se vienen tiempos difíciles. Lo importante, creo, es no tentarse y caer en la ilusión voluntarista: hay estructuras y los movimientos suceden ahí.”
Jere tiene treinta y tantos, como yo. Lo conocí en la facu. Es uno de mis amigos con los que pienso, que me ayuda a pensar porque vemos desde ángulos distintos. Rubio, ojos claros; simpático, lindo y con el toque justo de malicia picara. Suele caer muy bien a la pibitas. Antes de la cuarentena, cuando parte de la vida porteña pasaba en bares, pubs, boliches o lugarcitos chetos en palermo, comíamos pizza en la esquina de Honduras y Uriarte y hablábamos de libros, series, economía y beibis; él hablaba de su novia de piscis y me decía “tenés que enamorarte, Mati, enamorate” y le respondía “con Laly estoy bien” y después le decía “sí, tenes razón”.
Comencé a ver ZeroZeroZero; desteje la red del tráfico de cocaína mediante el relato del viaje que hace un buque carguero que traslada un container con kilos encubiertos de merca. En 8 episodios, ZeroZeroZero muestra escenas de ficción en las que: la mafia italiana; socios comerciales en EE.UU y México, donde también hay apoyo de grupos militares y armados; y personal de la administración pública (aduana) en los que el buque es detenido colaboran en el negocio. Sin duda, la ficción contemporánea, la narración me ayuda a entender mucho mejor que los aburridos policiales de la prensa gráfica ¡Hay que reinventar los formatos!
A las 10 de la noche, llamé a mamá “Mañana te voy a visitar. Hacemos una meditación y nos movemos un poco ¿Querés?”
...
Apunté en mi moleskine gris: ”Saber amar en tiempos difíciles. Saber amarse y amar.”
Continuará…